Era un juego
prohibido para menores de sentimientos o ganadores de otros torneos, pero tú
jugaste. Juntaste a Cupido y al Destino sobre la misma mesa y les hiciste
unirse a tu sonrisa. Y yo jugué, ¿Cómo no iba a jugar, si tú me lo pedías? ¿Cómo podía renunciar?
¿Y ahora le
das al pause? Después de tantas tonterías entre ambos, de hacerme creer que el
monstruo final no te asustaría, que lucharías y que todos los peros no
supondrían nada…. Le das al pause.
Claro. ¿Pues
sabes qué?
Yo sí le
doy al “Play”. Acabemos.
Te quiero.
(…esperando a Jugador 2)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todo el mundo miente