martes, 9 de agosto de 2016

Políticamente incorrecta.

Perdóname si sueno vulgar, pero me muero por decírtelo. Quiero que lo sepas antes de que te vayas a dormir esta noche, que lo reflexiones con la almohada y las sábanas, que sientas como mis palabras se apoderan de tus sueños.
Chico, la verdad es que... te quiero, joder.
Con y sin la coma.
Todos los días, hasta que duela, sin tiempo, sin miedo, sin pelos  en tu lengua, a menos que sean los de mi coño, enredándose en el "..., fóllame" que gritan mis labios.
Los de abajo, que ya desean que empieces a jugar, que quieren probar tu baile, que mates a mis mariposas, que las ahogues en orgasmos, que me hagas libre.
...Ven, chico. 
Felicidades, tú eres mi elección, el que quiero que intente devorarme, que pruebe a ser el que me haga vibrar, que se atreva a destronar a  mi yo irresoluble. 
No, no te limites a mirarme desde lejos. No me quieras, no me pienses, no me sueñes, no me judges, no me expliques.
Solo ven.

Allí, entonces.
Ya.
Aquí, ahora.

Y viniste.
Y te subestimé.
Me sorprendió como tu lengua se atrevió a jugar con cualquier parte de mi cuerpo, como fuiste  capaz de leer cada una de mis respuestas a la perfección. Completaste mis reacciones con el roce suave de tus dedos, jugando con mi tanga y mi clítoris, perdiendo tus dedos por mi humedad, consiguiendo que te suplique que quiero más, que quiero todo. 
Desnudarte, notar el roce de tus abdominales contra mis pechos, mi tanga empapada por el suelo, tus boxers haciéndoles compañía, y yo cerrando los ojos al sentirte. 
Tu ritmo logró que mis piernas acabasen vibrando, que mis manos se cargaran de una electricidad que no se apagaba ni cambiando de postura, rindiéndome ante la realidad de que tú sí supiste bailarme, sabiendo que solo quedaban las múltiples contracciones de mi vientre en un placer que solo encuentro con tu cuerpo bajo el mío.

Y abrázame, pégame contra tu pecho desnudo, siente el sudor de nuestros cuerpos antes de que todo acabe un una suplica por mi parte, con ojos cerrados y mis manos en tu nuca.
Oh,

Dios...



Ni él pudo salvarme de tu cielo.

1 comentario:

Todo el mundo miente