sábado, 19 de noviembre de 2016

007. Soledad.

(Esto está hecho sin preparación, como prueba personal, no seáis crueles xD)

Lo había dicho miles de veces antes de cumplir la primera década. 
"Nos estamos matando." 
Pero nadie creería al niño, y mucho menos a sus palabras de voz inmadura. Solo los adultos conocían la realidad; él no sabía lo que decía.
Nunca sería demasiado tarde para que Dios les perdonase sus pecados, para salvar al mundo de su propia autodestrucción.  El egoísmo era tan fuerte que no entendían que desembocaría en un suicidio global.

El niño nunca dejó de hablar, pero sí de ser escuchado.
-Solo tú lo entiendes.- le susurró a su flor, la única que le escuchaba.

El niño ya no era tan niño (o eso decían las primeras arrugas de su rostro), y ya no podía ser escuchado. Fuese por donde fuese solo veía máquinas que, antes, ayudaban a seres que se hacían llamar humanos. Fuese por donde fuese, solo veía la más absoluta soledad. Ninguna persona, solo robots, solo los restos de una sociedad que antes había sido rica y plural. 

-Yo intenté salvarlos- le dijo a la flor- y ahora solo me quedas tú.

A veces se quedaba soñando recordando como era el calor de un abrazo, de unas palabras de alivio que calmasen su infierno interior; y solo encontraba la nada.
Suciedad, odio concentrado en un paisaje que ya nunca volvería a ser lo que era. 
Escuchaba sus propios pasos destrozando la tensión superficial del agua, creando más sobre él  mismo.
Hasta que ya no pudo más.
-Estoy solo- le dijo a la flor- solo. No quiero vivir solo.
-Estás conmigo- juró escuchar en su locura- yo no te voy a dejar. Estamos juntos en esto.
-No es suficiente.- contestó siendo consciente de su propia paranoia.

Era de noche, siempre había amado la noche. Bebió un sorbo de la última botella de whisky que le quedaba.
Otro.
Otro.
 En el bolsillo, aún guardaba las pastillas que le había recetado el médico en su adolescencia. Empezó a llenar su estómago de aquellas píldoras. 

Whisky. Pastilla.
Pastilla. Whisky.

Ya casi no notaba el peso de la soledad sobre sus hombros, incluso parecía que empezaba a sentir algo similar a la felicidad. 
Ojalá estuviese ella aquí- pensó- ojalá pudiese estar conmigo contemplando el brillo que tiene la Luna esta noche...pero no va a venir. Es una flor.

Whisky. Pastilla.

Ritmo cardíaco bajando. 



Pastilla. Whisky.


Ojos casi cerrados del todo, visión demasiado borrosa como para distinguir la figura que se acercaba corriendo.

-Huele igual que mi flor- dijo en su delirio.
-Estábamos juntos en esto- escuchó entre sollozos- no me dejes.

Casi juró notar el roce de los pétalos de su flor acariciando su mejilla en el último aliento de su cuerpo envenenado.


La ambulancia llegó a las 00:45 de aquella noche.
Solo esa flor fue a su despedida, para quedar enterrada a su lado.
Ellos dos no eran suficientes para luchar contra el suicidio de la sociedad.



"Nos estamos matando"-se sigue escuchando

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