viernes, 4 de mayo de 2018

Como motivo, no como excusa.

- Es que... -empezaste.

Oh, ¡mierda! Ya conocía esto. 

"Es que coordinar nuestros sueños y despertares resulta ser una utopía. Bonita cuando la vemos en las fotos; pero irreal cuando intentamos sostenerla en alguno de nuestros marcos." Es que odias que hable con metáforas y, por ende, que hable de ti.

Tú, mi metáfora favorita dentro de un repertorio infinito.
Tú,por encima de algo sin final y, sin embargo, quieres llegar a él antes de lo previsto.
"Es que tenemos que obedecer a la vida, y sus designios."

 ¿La nuestra?

Oh, perdona.

La tuya. La mía. 

"Es que no nos gusta compartir protagonismo."
Pues mejor así.
"Es que tú quieres libertad, y de tanto buscarla me aprisionas."
¿Te resulta más fácil extrañarme toda la vida, que lo opuesto?

Pues, está bien, que sea el fin del final. Total, nunca hubo principio. Y es que... 

- "Es que..." ya me conozco esta historia. Todos los “es que” introducen una excusa, y sé lo que sigue, ¿cómo escribir una historia excusándonos? - contesté.
- Eh, que no había acabado – seguiste.
- Correcto, ejerce de verdugo.
- Es que... tú, por encima de todo.