jueves, 30 de junio de 2016

20%

 Que sí, que ya lo sé.

Que solo soy la pluma que escribe deslizante sobre tu cuaderno, y no la fuerza que mueve la mano que la empuña. Que aparezco en una segunda parte, débil y desaliñada,  notando el peso de la primera sobre mí. Que soy el pasional desvío que tienta tu presente, pero jamás el camino. Que el título me queda demasiado grande y el prefacio no me corresponde. Que me limito a dejar brotar, de mi ser, la tinta que logre narrar un fino "continuará...", en el margen (siempre izquierdo) de tu vida.

Y de la mía.

Que nos encontramos sin previo aviso en el segundo tomo, fusionando historias incompatibles.
De esas que te quitan el aire, y te tumban boca abajo.
De esas en las que olvidas lo aprendido, y te dejas enseñar.
De esas que cambian los papeles y confunden,  llevándonos a pensar que quizá, el final no es tan evidente.
De esas que proponen nuevos personajes, haciéndolos protagonistas de una historia que nunca será la suya pero, joder...como enganchan.
Porque solo ellas saben atarnos a sus líneas y resquebrejar nuestros límites, para luego suturarlos con prisa. Porque solo ellas son capaces de liberarnos brevemente del destino, como en los capítulos sin sentido que aceleran el corazón mientras lo atraviesan, clavando en él, el desconcierto de la situación.
Sí, hablo de esos capítulos que lees y cierras el libro...
Durante 10 segundos, no más, porque no puedes contener la necesidad imperiosa de volver a abrirlo y releerlo.
Una,
y otra,
y otra vez
así hasta completar las 50 veces que necesitaste para creertelo.

Créetelo.
Que sí, que es cierto.

Que en pocos párrafos recopilamos más información que en el libro entero.
Por eso aquí te encuentras, bebiendo de esas pocas palabras, una y otra vez. Contándo los insuficientes capítulos que nos explican. Con tapones en los oídos y las luces apagadas.
Tú en tu habitación y yo en la mía.
Leyéndonos.
Sabiendo que solo somos el etéreo fruto de la irresponsabilidad, el ínfimo 20% de una realidad que ambos sabemos como termina...
 ¿no?



'Cause once upon a time, you ARE my everything.

domingo, 5 de junio de 2016

De mi poemario, número 305.

"[...]
Y dejo de pensar en tonterías.

Yo quiero vivir aquí y aquí significa en tus ojos"



Tachadme de loca.
Quiero vivir allí.

Donde los ojos de la ilusión no se ciegan al mirar al destino. Donde mi corazón se olvida de latidos predeterminados, y vuelvo a sentir como la vida estremece mi piel.
Donde escribo en presente, pensando en futuro; con miedo, pero con seguridad al afirmar que el mío está allí. Donde no gasto tiempo en pensar si te quiero. Quiero todo contigo.
Donde me alimento de sueños que lograron hacerse realidad y todo fluye, como si estuviesemos diseñados para encontrarnos.
Donde me libro de la indiferencia y me desnudo del falso calor de la obsesión. Necesarias en el pasado, desarrollaron un papel vital en el tratamiento de un corazón moribundo, pero ya no.
 Por eso, lo siento.
Adiós.

Ahora quiero vivir allí.


Donde vuelvo a ser niña, y el sabor de la verdad golpea con fuerza. Donde el sentido, siempre tan reticente al atarme con sus cadenas, suplica rendirse ante tu fuego. Donde el sonido de tu voz, grave, pausada y segura, supuso el golpe en seco que necesitaba y, sí.
Caen todas las cadenas.
Una tras otra.
Dejándome libre, donde todo encaja sin forzarlo.
Donde no hay mentiras, y la única trampa consiste en hacerme caer a un camino que no tengo que explicarte; como si estuviese destinado a ser forzado por tus manos.
Y solo las tuyas.
Solo tu voz.
Solo tu media sonrisa antes de besarme.
Solo tus ojos, mirándome desafiante.
Solo la perfecta composición de nuestros cuerpos cuando osan acercarse, me llevan allí.

Donde mi cuerpo contraído, mis ojos cerrados y mis manos agarrándote con fuerza conforman el gemido que luego guiará mis brazos. Y abrazándote, con mis cabeza en tu pecho y la mente en blanco, solo puedo afirmar que quiero vivir allí.

Quiero vivir.
y eso implica un contigo.